Hace unos años el Dr. Albert Molher director del Seminario Teológico Bautista del Sur en Estados Unidos, publicó un artículo en donde enseñó a categorizar la doctrina bíblica en cuatros grados u orden, a lo que le llamó “Triaje”, tal como se le llama a la categorización de la gravedad de pacientes que ingresan a un centro de atención de urgencia médica. La palabra “Triaje” significa precisamente “categorización”. Molher dice que esto lo aprendió al visitar una clínica, y al ver como se seleccionaban los pacientes de acuerdo a su nivel de gravedad. Con esta metodología, Molher da la solución a la constante separación de iglesias debido a irreconciliables diferencias doctrinales. El Dr. Molher apela a la madurez del cristiano para que acepte que hay doctrinas esenciales, de segundo, de tercer y cuarto grado (http://www.albertmohler.com/2005/07/12/a-call-for-theological-triage-and-christian-maturity/)
Lo que aparentemente pareciera una premisa aceptable, lógica, y que debería ser parte de la postura de un cristiano maduro, lamentablemente presenta objeciones bíblicas que no se pueden obviar o descuidar.
Cada una de las enseñanzas que en la biblia aparece, conforma “La Doctrina” que debe ser leída, creída, observada y puesta por obra. Cabe señalar, que esto no se refiere a una asunto de formas como para exigir la observancia de rituales o tradiciones de los tiempos o de las culturas Judeo-Cristianas contemporáneas a los acontecimientos bíblicos. No obstante, sí existe en la biblia el espíritu de la escritura y el fundamento doctrinal que trasciende a toda variable de tiempo, cultura o circunstancia. Por ejemplo, Cristo habló de “La” Ley en sentido singular, y los apóstoles hablaron de “La” doctrina, también en sentido singular (Mateo 22:40, 1 Timoteo 4:16) No vemos en las escrituras una categorización de la doctrina.